NECESIDADES Y PROPUESTAS para una salud feminista en el medio rural

En el VIII Encuentro Violeta del pasado 2 de octubre, tuvimos la aportación de varias realidades y propuestas en una MESA DE EXPERIENCIAS con mujeres de diversos ámbitos.

Emma Íñigo, en representación de las mujeres del ámbito rural, aportó una visión completa con necesidades y propuestas para una salud feminista en el medio rural. Para que no quede en el olvido, nos hacemos eco desde COMFIN.

 

NECESIDADES Y PROPUESTAS PARA UNA SALUD FEMINISTA EN EL MEDIO RURAL

En el medio rural la situación social de la mujer varía mucho de unos lugares a otros, depende mucho de si viven en pueblos más pequeños, despoblados y aislados o en pueblos comunicados con mejor acceso a los servicios. Tanto si desarrollan su trabajo sólo en el hogar, como si lo compaginan con tareas agrícolas o ganaderas o se han incorporado al mundo del mercado laboral. También son determinantes la edad, el nivel de formación, las circunstancias culturales y el peso de las tradiciones en cada lugar. Los medios de comunicación llegan a todos los territorios. La televisión, la radio y la informática permiten la entrada de otras culturas y formas de vida en los hogares mas apartados. Y el acceso a los medios de transporte y las mejoras de las carreteras facilitan la conexión entre los distintos micro mundos. Todo esto ha permitido que se vayan limando las diferencias entre la mujer rural y urbana y que, mayoritariamente, se vaya dejando atrás el estereotipo de “la mujer de pueblo”. Sin embargo hay dos tendencias: por un lado persiste la subordinación de la mujer rural al ámbito doméstico y de apoyo a la explotación agrícola-ganadera y por otro las mujeres rurales rompen con ese entorno para conseguir una relación laboral distinta y que muchas veces les lleva a cambiar de residencia y otras a asumir los riesgos de los continuos desplazamientos de casa al trabajo. La desagrarización parece que ha reportado a las mujeres una mejora de las condiciones profesionales de éstas al ocuparse como autónomas o asalariadas en otros sectores y, pocas veces como ayuda familiar. Esto supone un cambio en el modelo tradicional pero sigue habiendo elementos que condicionan las posibilidades de desarrollo, la forma, calidad de vida y salud de las mujeres que viven en los pueblos.

La despoblación de los núcleos pequeños se debe al envejecimiento progresivo de la población, ligado al aumento en la esperanza de vida y la alta tasa de mortalidad debida a esta avanzada edad. A la vez que disminuye la población, desaparecen los servicios. Si hay pocas niñas y niños desaparece la escuela, si hay pocos adultos, se dificulta la educación permanente de adultos, si hay pocos habitantes, se disminuyen los recursos sanitarios y los servicios sociales. Esta ausencia de servicios repercute y es asumida muchas veces por las mujeres.  Las mujeres y hombres mayores necesitan ser cuidados, porque conforme avanzan en edad y aumentan sus enfermedades degenerativas, tienen mayor grado de dependencia. No hay centros de día. Las niñas y niños menores también necesitan cuidados y no se disponen de escuelas infantiles en la mayoría de pueblos. Las y los jóvenes se ven obligados a salir a la ciudad para completar sus estudios y su formación, por lo que la edad y no sólo el género es determinante de la asignación de roles. En edad escolar y de adolescencia hay más mujeres que hombres que van a la universidad y se van del pueblo. Las mujeres que quedan se encuentran con que deben elegir el trabajo reproductivo o el productivo, ya que al incorporarse la mujer al mundo laboral, la mayoría de las veces pasa por el desplazamiento fuera de la localidad y , por otra parte, el pueblo no le ofrece servicios para cuidar de sus hijas e hijos mientras trabaja, lo que las obliga a elegir entre el cuidado de sus hijas, hijos y familia o el desarrollo de la creatividad y autonomía económica que le proporcionaría el empleo remunerado. Todo esto supone una carga importante de trabajo para la mujer, en la que no caben horarios, ni vacaciones, ni permisos, ni días festivos, ni retribuciones económicas. Estas mujeres sometidas a tanto exceso de trabajo, se las considera oficialmente inactivas y en situación de improductividad. Es lo que se llama “la sobrecarga invisible de la mujer”            No se les da el valor social y económico que desarrollan como cuidadoras y que hacen de enfermeras, educadoras, sicólogas, puericultoras, geriatras, que además va a repercutir en su salud física, mental y social. Es en este punto, en el que queda establecido el marco laboral y sociofamiliar en  que se desenvuelve la mujer rural y habrá que considerar  las consecuencias que va a tener sobre su salud.

Salud no sólo es la ausencia de enfermedad sino que se define como el estado de completo bienestar físico, mental y social, se dice incluso que la salud es una forma de vivir feliz, autónoma y solidaria. Para conseguirlo intervienen múltiples factores como el entorno, los hábitos de vida, el ocio, la alimentación, las relaciones sociales y familiares, la autopercepción de salud, la autoestima, la autonomía y el trabajo.

El trabajo doméstico y de cuidado supone para la mujer una carga física, mental y emocional, una dificultad de acceso al mundo laboral y a los órganos de gestión y participación social, una renuncia al tiempo propio, una limitación a su propio desarrollo, una rutina, un aislamiento. Todas estas circunstancias unidad a la falta de reconocimiento del trabajo, van a condicionar una disminución de la calidad de vida de la mujer que tiene que asumir este rol y, a la larga de su autoestima, por lo que va a repercutir sobre la salud física y mental de las mujeres. Son frecuentes las manifestaciones de ansiedad, depresión, angustia, y otras alteraciones psicosomáticas como problemas digestivos, de insomnio, dolores de cabeza, dolores musculoesqueléticos, etc. que llevan al consumo de fármacos analgésicos, antiácidos, tranquilizantes. antidepresivos, así como a la frecuentación de las consultas médicas, con respecto a los hombres. Faltan apoyos de sicólogos, creación de grupos de autoayuda…. Por otro lado, nos encontramos que en el medio rural no existen servicios de atención a la mujer como pueden ser preparación maternal, educación enfocada a la sexualidad de la mujer en las diferentes fases de su vida, no existe servicio de ginecología.

También al no haber industria, si elegimos trabajar fuera del ámbito doméstico, nos vemos relegadas a elegir trabajos de hostelería, servicios o funcionariado como es enfermería, educación, trabajadoras familiares….

Todo esto ocurre en mi pueblo y en las demás localidades del Valle de la Berrueza, Valle de Lana, Valdega, Valle de Allín y Ameskoas en Tierra Estella. Todos son pueblos pequeños y la falta de servicios asistenciales básicos, falta de industria, de comercios y bancos supone una merma en nuestra calidad de vida. Esta situación establece una dependencia del transporte en los entornos rurales que condiciona la decisión de vivir en el pueblo o marcharse.

Todos los servicios están centralizados en Estella y valoramos de forma muy negativa la escasa frecuencia de paso del transporte público que, además, van por rutas que no conectan con los servicios básicos o con los centros de trabajo. Hay poca comunicación con Estella o con Pamplona y la conexión con  otros municipios es inexistente. No nos olvidemos que las mujeres somos las principales usuarias del transporte público ya que somos quienes nos ocupamos esencialmente del cuidado de personas dependientes y menores y que en los municipios pequeños faltan recursos para el cuidado y atención de estas personas como ya vengo mencionando.

Tenemos un solo consultorio médico que está en Mendaza y pertenece al centro de salud de Ancín-Ameskoas. Atiende a la población de 14 municipios en el consultorio de Mendaza. Es claramente insuficiente. Tampoco hay servicio de pediatría y para todas las especialidades, debemos acudir al hospital de Estella.

El Servicio Social de Base de Ancín-Asmeskoa atiende a 50 pueblos pertenecientes a 20 Ayuntamientos. Las trabajadoras familiares no llegan para atender a toda la población necesitada de este servicio, además de provocarles mucho estrés debido a las distancias  que deben recorrer. La zona es muy amplia y dispersa. También se debería promocionar actividades de salud mental. No nos llega información de programas ni de los recursos que existen. Falta sensibilización y normalización de la salud mental y el servicio de Estella está sobresaturado.

Solo hay una escuela Rural que está en Ancín y que con mucho esfuerzo de un grupo de madres, padres, educadoras  y educadores de la zona, se pudo poner en marcha hace 3 años. Es de educación infantil y primaria e iniciaron el curso 2017/18 con 22 alumnas y alumnos y hoy son ya 46. Ya no tienen que desplazarse a Estella como ocurría antes para elegir los  Modelos con Euskera hasta secundaria.

Faltan centros de día para personas mayores con problemas de movilidad, alzheimer o demencias seniles y se tienen que quedar en casa debido a la falta de servicio.

Hace 8 años se comenzó a construir un centro de día en Acedo coincidiendo con un cambio de Ayuntamiento porque es una de las zonas de mayor declive demográfico y población envejecida. Se hizo con una partida del distrito de Mendaza, aunque en realidad sería para toda la población de la zona. Llegó la crisis económica y el Gobierno de Navarra prometió una ayuda, que nunca llegó, y sólo se construyó la 1ª fase, los cimientos y la planta  baja. Sería urgente terminarlo y poder habilitarlo, de esta forma, no tendrían que ir a residencias fuera de su núcleo vivencial. Se están volviendo a retomar las conversaciones con el Gobierno de Navarra y se le ha advertido en numerosas ocasiones del deterioro del edificio debido al tiempo transcurrido y con un alto riesgo de que se caiga.

De internet y telefonía móvil ya ni hablamos, la cobertura es muy deficiente y se ha evidenciado más durante el confinamiento en las zonas rurales mas despobladas o de difícil orografía. No podemos acceder a la banda ancha y lo tenemos que instalar vía satélite. Ni el ADSL ni la fibra óptica han llegado todavía y  resulta necesario en estas zonas para el teletrabajo o incluso las consultas médicas a distancia. El teletrabajo        tiene sus inconvenientes pero debido a las circunstancias es una buena salida. Lo peor han sido las clases en la casa donde había varios menores durante la pandemia,  con semejante déficit de cobertura, se hacían muy difíciles resolver. A pesar de todo, muchas mujeres se han sentido liberadas ya que les ha evitado muchos desplazamientos.

Lo que sí existe es la socialización de la salud, es decir la ayuda vecinal. Las personas mayores que viven solas, realmente no lo están ya que nos preocupamos más por ellas y siempre estamos al tanto de lo que les ocurre o necesitan, así mismo cuando  necesitamos dejar un rato a nuestras hijas e hijos, podemos dejarlos a cargo de cualquiera sin ningún problema, o si se necesita ir al médico y no tienes coche para desplazarte.

 Consideramos que sería también deseable que el trabajo anónimo de las mujeres que quisieran, se transformara en trabajo cooperativo, que la sobrecarga invisible del trabajo de cuidadora, se convirtiera en empleo remunerado y que, ante la falta de recursos sociales se facilitara la formación, el empuje y los medios necesarios para desarrollar cooperativas de cuidadoras que se encarguen de la ayuda a domicilio o de cuidados domiciliarios a tiempo parcial, proyectos de creación de centros de día y micro residencias rurales para ancianos, minusválidos y deficientes mentales gestionados por las mujeres de la localidad. Así mismo, se debería potenciar la construcción de escuelas infantiles con horarios amplios y flexibles, comedores escolares y ludotecas. Desde el Gobierno de Navarra y, desde los Ayuntamientos a nivel local se debería establecer la legislación, la dotación económica y la infraestructura para que estos proyectos pudieran llevarse a cabo, de forma que se satisfagan las necesidades de la población rural dependiente a la vez que se genera empleo en las mujeres que vivimos en los pueblos, revirtiendo en la calidad de vida de todas y todos.

 Ha quedado claro que las mujeres identificamos como prioritario en nuestros municipios, la descentralización de los servicios, el transporte público, más consultorios y todas las prestaciones mencionadas para poder conciliar mejor vida laboral y familiar.

Por otro lado, no cabe plantear un desarrollo rural sin la presencia de mujeres jóvenes. Lo primero, para atajar los fuertes procesos de masculinización en el grupo de jóvenes; y segundo, para dotar de nueva energía demográfica a una sociedad rural fuertemente envejecida.

Además la mujer debe asumir un protagonismo social. Parece que tradicionalmente el hombre era el responsable de los espacios públicos y la mujer de los espacios privados. Lo público y lo privado actualmente se encuentra en una interacción y, difícilmente se pueden garantizar los servicios públicos sin el concurso de la responsabilidad privada, como tampoco defender al individuo sin el concurso del Estado. Esto nos lleva a plantear un nuevo reparto de funciones; o dicho de otra manera, abogar porque los hombres asuman más responsabilidades dentro de los espacios privados, como puede ser el hogar, y que las mujeres hagan lo propio en los espacios públicos, Ayuntamiento y vida social.

 La medicina a día de hoy sigue sin reconocer las enfermedades de género que nos afectan a las mujeres porque sigue desarrollándose desde una perspectiva patriarcal.